Cinco colectivos pintan murales sobre la pared de 10 kilómetros que separa a ricos y pobres en Lima
Es un muro de concreto, de 10 kilómetros con alambrada de púas en la parte superior, una barrera como en Tijuana o Melilla, aunque no divide países, sino los distritos limeños de San Juan de Miraflores, Surco y La Molina, y separa uno de los barrios más caros —Las Casuarinas— de los asentamientos humanos, levantados al otro lado del cerro, con casas de triplay, construidas sobre terrenos invadidos. Cinco colectivos ciudadanos han empezado a pintar murales para llamar la atención sobre el "muro de la vergüenza", que se empezó a construir en los años ochenta.
"¿Qué tal si desaparecemos el muro pintando un cielo?", preguntaba a varios niños un integrante de la Brigada Muralista el pasado sábado. Antonella Moyano, de Acción Poética Lima, dice por teléfono que uno de los mejores textos que encontraron era de un poema de Sebastián Salazar Bondy, dramaturgo y ensayista peruano: "Mi país es tuyo, mi país es mío, mi país es de todos".
"Los niños formaron parte de este proceso, pintamos con ellos y se involucraron en saber un poco del autor", relata la portavoz de este grupo de 12 personas que, en tres años, ha pintado 150 murales en la capital, rescatando textos de escritores peruanos, especialmente en lugares descuidados, baldíos o de tráfico intenso.
Pedro Elías, un joven psicólogo comunitario de Ayni Perú Educación Alternativa, convocó a colectivos de arte y educación para la inauguración de una escuela comunitaria de pedagogía libre en el asentamiento de Fronteras Unidas, y por ello los dos primeros sábados de este mes pintaron murales con la participación de los niños.
En Fronteras Unidas, en dos manzanas, viven unas 200 familias, y el responsable de Ayni comenta que en casi un año no ha visto delincuencia. "Ese muro empezó a ser construido en el tiempo del alcalde Alfonso Barrantes, pero el último trecho lo han hecho apenas surgió Fronteras Unidas hace unos cuatro o cinco años: ha ido creciendo con las nuevas invasiones", refiere Elías, que ha recibido también la colaboración de estudiantes de arquitectura de la Universidad Ricardo Palma para arreglar la escuela en un local cedido por la comunidad.
Es un muro de concreto, de 10 kilómetros con alambrada de púas en la parte superior,que separa uno de los barrios más caros de los asentamientos
"Le llamamos escuela de pedagogía libre porque los niños deciden qué quieren tocar. Por ejemplo, parte de este año ha sido mejorar su ortografía, porque se dieron cuenta de que tenían ese problema, es un complemento a la escuela formal", añade. Según el psicólogo, hay una diferencia en la percepción del muro entre niños y adultos. "El muro está para separar, para que no invadan de allá para acá, y viceversa", explicaba una niña a los muralistas el sábado, en un testimonio recogido por el colectivo Volante y Rasante, que registró con un dron la pintada del mural. Otro de los niños invitaba a los visitantes, imitando la voz de los cobradores de ómnibus que llaman a los pasajeros: "¡Los que quieren subir pueden venir a ver el paisaje! Acá pueden subir, acá es bonito".
Casas millonarias
En cambio, Bertha tiene una mirada más apesadumbrada. "Todos los vecinos de acá nos sentimos mal con ese muro, quizá los chicos pandilleros entraban a robar a sus casas, porque por otra cosa ¿por qué podría ser, por diferenciarnos? No se quieren juntar los ricos con los pobres", dijo al colectivo Espacio Abierto.
Los niños colocan piedras a manera de una escalera para trepar el muro y mirar hacia Las Casuarinas, una zona retratada en la novela Un mundo para Julius como un nuevo barrio rico en 1970, donde las casas cuestan de 2,2 a tres millones de dólares.
La primera sentencia por discriminación racial en Perú fue emitida por un tribunal en noviembre; sin embargo, la reaparición del muro en los medios sociales a raíz de las pintadas de murales vuelve a llamar la atención sobre el problema. Un especialista en derecho internacional, Gabriel Chávez Tafur, comentó: "La foto es ilustrativa de una realidad que nos debería dar vergüenza, sin duda. Pero, ¿es acaso exclusividad de los ricos querer proteger sus propiedades con muros? ¿Es novedad que hay barrios ricos y barrios pobres en Lima y que —sin ningún muro que los separe— la segregación sea igual o peor?"
Fuente: El País
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