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viernes, 27 de enero de 2017

La prensa y sus nuevos itinerarios

La prensa y sus nuevos itinerarios

Los dos grandes diarios de EE UU se plantean nuevas fórmulas ante la crisis del oficio


Las dificultades por las que pasa la prensa han movido a dos grandes periódicos norteamericanos, el New York Times (NYT) y el Washington Post (WP), a plantearse nuevos retos y fórmulas, lo que yo llamaría itinerarios de regreso a la salud profesional y comercial, que repasaré aquí en términos generales. Pero vaya por delante que si existiera la receta mágica no nos la contarían porque sea cual fuere el estado de la cuestión, no se hacen favores a la competencia.
El NYT parece fiarse a una ofensiva en el terreno de las suscripciones, que, como señalan en un documento de reciente circulación, se trataría de fortalecer el despegue de los contenidos de pago, en especial en las versiones digitales del periódico. Una apuesta basada en establecer esa relación tan directa con el lector, y en que incluso un número menor de usuarios pero que pagaran por el servicio, marcaría el camino de vuelta a la salud económica. Hay que decir, con todo, que la operación tiene que estar ligada a otros factores, para empezar una calidad que justifique un desembolso que en ningún caso está garantizado.
En cuestiones directamente profesionales se hace hincapié en una novedosa utilización de los drones, en especial para fabricar videos como gran soporte de la información, y en general el recurso masivo a las redes sociales. En ambos rubros, redes y video, no se diferencia, sin embargo, de lo que plantea el WP, así como buen número de periódicos europeos. Pero en estos tiempos en los que la inundación noticiosa es varios tsunamis a la vez, el periódico neoyorquino se acuerda también de algo que algunos preconizábamos ya en tiempos del paleolítico digital como es poner el acento en los servicios, hacer que la publicación sea útil al lector no solo por una información muy enfocada a sus necesidades, sino en la búsqueda de nuevos nichos de mercado, lo que yo llamo el periódico como otro electrodoméstico del hogar.
Y en lo tocante al material humano hay en el NYT una gran ambición renovadora: una redacción mucho más multicultural con la contratación (sic) de negros, mujeres y latinos, cosa que con la agresión del presidente norteamericano Donald Trump a la prensa y a colectivos varios de fuerte emergencia social, nos puede deparar una batalla singular. Y como colofón una dosis de autocrítica.
Es preciso lograr una compenetración mucho mayor, dice el documento del NYT, entre editores, redactores e informáticos, mostrar una gran capacidad de cambio para “redefinir el éxito”.
El WP es mucho más agresivo, y quizá concreto, en el diseño de itinerarios con la creación, notablemente, de lo que podríamos llamar una fuerza de despliegue rápido integrada por nueve periodistas, cuatro de ellos reporteros gráficos, un database y un editor para reaccionar al instante ante lo que surgiera. El propio editor del diario de Washington, Martin Baron, anunciaba en un encuentro organizado en septiembre pasado en Medellín por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) la inminente contratación de 60 periodistas, cuando lo normal es que las redacciones se despueblen, y si había que dar crédito a sus palabras, la salud económica del diario estaba asegurada.
Como puede verse, se trata de inmejorables iniciativas, pero que apenas desbordan el ámbito de las generalidades. Pero tampoco faltan apremios entusiastas que haríamos mal en desoír. La gran periodista Giannina Segnini, posiblemente la mayor experta en periodismo de datos, dice que, más allá de suscripciones y task forces, no hay mejor tiempo que este para dedicarse al periodismo y añade sin temor a ofender al antiguo gremio: “Muchos de los mejores periodistas de siempre, con sus libretas chorreadas de café, están hoy aterrorizados y enfurecidos al ver a los jovencitos editores de videos, mapear, tuitear, storifiar y hasta programar”. Con eso, y una paletada de neologismos, apunta a horizontes nuevos que harán, y bendito sea su optimismo, que el periodismo, como la materia, se transforme pero nunca desaparezca.
Fuente: El País

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