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jueves, 9 de marzo de 2017

El Barça vuelve a hacer algo único en la historia

ChampionsEl Barça vuelve a hacer algo único en la historia



SALVADOR SOSTRES abc_deportesGuardado en: Deportes Fútbol

El Barça salió a por todas y Suárez encontró el primer gol en el minuto 3. Salió tan dispuesto a pasar por encima de su rival, que en el minuto 10 el PSG no había pisado el campo de su rival. Al gol de Suárez no le siguieron ocasiones clarísimas de su equipo pero sí una sucesión de agobiantes ataques que neutralizaba cualquier idea que tuvieran los visitantes. La noche se había abierto para el Barcelona como una promesa de felicidad, aunque cualquier descuido o contraataque podía ser fatal y eso, en cierto modo, también sobrevolaba el estadio. Ambiente de las grandes ocasiones. Afición entregada. Emery taquicárdico en la banda.
Messi estaba y no estaba, Neymar lo intentaba todo, los franceses esperaban su momento pero no lo encontraban. El Barça pecaba de impaciente y de precipitado, lo que no es del todo incomprensible cuando tienes que marcar cuatro goles, cuatro. Messi en el minuto 25 llevaba dos faltas propicias chutadas sin demasiado acierto. La presión azulgrana parecía un temporal no exclusivamente humano, y era razonable preguntarse si podría aguantar el ritmo una hora y cuarto más. El Barça estaba en el guión del milagro. Aunque pasar a cuartos seguía siendo todavía eso: un milagro. Neymar desbordaba a Meunier y el PSG estaba asustado. Luis Enrique pedía un punto de calma para gestionar el cansancio de la media hora. Una sola pérdida de balón podía acabar con cualquier esperanza. Pero de todos modos faltaba un gol para poder ir al descanso creyendo razonablemente en la remontada. Y el gol llegó del hacedor de milagros de España -Stamford Bridge y Sudáfrica-, que le robó prodigiosamente la cartera a Marquinhos y provocó que Kurzawa, intentado el rechace, se marcara el segundo gol de la noche en propia puerta.
El Barça situaba su objetivo en el terreno de lo racional, aunque todavía muy difícil. El PSG continuaba siendo el PSG, un equipo que necesita poco para hacer daño en cualquier jugada aislada. Inmenso Neymar: desbordante en ataque y fue el jugador de su equipo que más balones recuperó durante la primera parte.

El PSG empezó la segunda mitad con una salida interesante y presionando arriba. Más valiente Emery. Más posibilidades para el Barça pero también más peligro. Pero algo poco habitual sucedió en el minuto 48 y es que el árbitro de portería señaló un penalti que el árbitro principal no iba a conceder. Riguroso penalti sobre Neymar, que Messi transformó en el 3 a 0. El Barça daba forma al sueño pero el PSG no tardó ni tres minutos en recordarnos cuán frágil era el sueño todavía y Cavani chutó al palo.
Quedaba una eternidad y el Barça estaba dentro de la eliminatoria. Podía pasar cualquier cosa, y eso era decir mucho de Luis Enrique y de sus jugadores, a los que nadie les concedía ni la más remota posibilidad antes de que el partido comenzara. El PSG empezaba a estirarse y el Barcelona a impacientarse y a cometer en defensa errores no forzados. Y en el 61 el Barça los pagó todos de golpe y Cavani consiguió marcar el gol que desmantelaba todo lo que el Barça había construido.
El desánimo fue poco a poco helando la noche en el estadio, y aunque los jugadores lo continuaron intenando, la muerte europea sonreía al Barça desde el fondo del escenario, y fue particularmente doloroso verse caer cuando lo más difícil estaba hecho. Pero tras unos minutos de desconcierto, y como si el Barça fuera el Madrid, Neymar marcó dos de los tres goles que le faltaban a su equipo (uno de bella falta y otro de un inventado penalti sobre Suárez), y llegó a los cinco minutos de añadidura a solo un gol de clasificarse. Y Sergi Roberto consumó el milagro en el último suspiro, inscribiendo la gesta de su equipo en la eternidad.
Nunca antes se vio algo similar. El Barça remontó dos veces y no se rindió nunca. Esta Champions, la gane quien la gane, será recordada por esta extraordinaria remontada. El fútbol, a veces, nos enseña a vivir. Que nadie vuelva a decir nunca más «esto es imposible» hasta que el último aliento de vida se le escape.
Fuente: ABC

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