ENFOQUE
Manuel Arboccó de los Heros Psicólogo–Catedrático
De acuerdo con el DRAE, un zombi es aquella persona “que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad”; y en su segunda acepción considera a un zombi como alguien “atontado, que se comporta como un autómata”.
Publicado: 02/07/2015
De acuerdo con el DRAE, un zombi es aquella persona “que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad”; y en su segunda acepción considera a un zombi como alguien “atontado, que se comporta como un autómata”.
Nos preguntábamos por qué pareciera existir tanta fascinación últimamente por las películas, videojuegos y series de zombis, estos seres generalmente descritos como muertos que regresan a un estado particular de vida en el que deambulan sedientos de sangre y empujados por tendencias biológicas instintivas (más que por decisiones cerebrales corticales) a alimentarse de carne humana, por ende, a matar.
Y nos parece que una posible respuesta está en lo que viene ocurriendo en algunos lugares y con algunas personas en esta era digital y tecnocrática. Si miramos a nuestro alrededor vamos a ver a muchos “zombis tecnológicos”, esto es, personas que presas (sí, ya son presas) de su laptop, de su moderno celular o de cualquier otro artefacto, se abstraen de todo (personas, lugares, eventos, reuniones) y casi en un estado hipnótico solo pueden ver lo que viene pasando en su equipo.
De pronto hoy más que antes andamos como zombis, habiendo entregado el autocontrol a nuestros equipos y sus aplicaciones. Quizá hasta nos sentimos identificados con esos personajes de moda o nos vemos retratados en ellos.
Según antiguas y fantásticas leyendas, si uno de estos zombis nos muerde, nos convertimos a su vez en uno de ellos. De alguna forma en esta sociedad pasa algo así con las modas y los usos compartidos.
Desde que tenemos uno de esos aparatos o desde que entramos a formar parte de estas redes virtuales, somos parte también del colectivo, claro está que algunos pierden más rápido el manejo que otros.
Hablamos de artefactos y programas que son capaces de anular la voluntad de quien lo usa, algo parecido al efecto de ciertas sustancias psicoactivas, inclusive ya hablamos desde hace unos años de adicciones digitales o ‘tecnoadictos’.
Se noticia también casos tristes de accidentes (algunos mortales) por priorizar los selfies (autorretratos, generalmente tomados con la cámara de un celular y compartidos en las redes), no olvidemos los belfies (fotografiar el propio trasero), drelfies (fotografiarse en estado de embriaguez) y por andar mirando el último like recibido en vez del automóvil que viene por la calle a gran velocidad. De no verlo, ya no habrá más likes.
Colofón: es curioso que selfie fuera elegida como la palabra de 2013 por los diccionarios Oxford de lengua inglesa, tras extenderse significativamente su uso.
Publicado: 02/07/2015
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