Bolivia, Paraguay, Panamá, Nicaragua y República Dominicana crecerán más que la región
Latinoamérica está destinada a crecer menos. Al menos durante 2015. Las grandes economías exportadoras de materias primas —cuyo precio se ha desplomado en el último año— han sumergido a la región en un ola de pronósticos cada vez menos halagüeños. Los organismos internacionales han vaticinado un avance del producto interior bruto (PIB) de la zona que no pasará el 1%. Bajo este escenario, cinco economías pequeñas: Panamá, Bolivia, Paraguay, Nicaragua y República Dominicana, desafinarán en la región. Todo indica que estos países cerrarán el año con un crecimiento superior al 4%.
La receta del éxito de estos países ha sido heterogénea. Algunos apuestan por la estabilidad y resguardo de su política macroeconómica, otros centran su atención en la apertura de su mercado, en inversiones en infraestructuras, el crecimiento del turismo o la diversificación de sus exportaciones. Ángel Melguizo, director para América Latina y el Caribe de la OCDE, comenta que en el caso de Panamá, Nicaragua y República Dominicana, al ser importadores de materias primas, se han beneficiado de la bajada en los precios de esos productos. El experto menciona que estas naciones también han aprovechado la llegada de grandes flujos de capital exterior y el aumento de las exportaciones hacia EE UU.
Caso contrario sucede con Bolivia, una economía totalmente dependiente de los hidrocarburos, en particular del gas natural. Las ventas al exterior de este producto acaparan el 53% del total de las exportaciones del país. La nación andina —que ha realizado 21 nacionalizaciones desde 2006— ha sabido administrar los frutos del boom de las materias primas, indica César Arias, analista de la calificadora Fitch. Según el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país sudamericano crecerá este año un 4,3%, casi un punto porcentual menos que en 2014. “La caída no es tan pronunciada, porque los recursos derivados del gas han financiado en la última década un aumento en la inversión pública, y un alza en los salarios ha empujado al consumo interno”, recalca Arias.
Paraguay, el sexto exportador de soja a escala internacional, se ha convertido en uno de los países más dinámicos de la región. Aun cuando el 40% de su PIB está sustentado en el sector primario, el FMI prevé que el país —con siete millones de habitantes (24% de ellos sumergido en la pobreza)— crezca un 4% en 2015, frente al 4,4% de 2014. Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del IE Business School, afirma que a pesar de que la economía paraguaya tendrá una merma, el Gobierno de ha sabido sacarle jugo a las exportaciones de carne y ha sabido abrirse nuevos mercados, pues ha llegado a ocupar un sitio privilegiado: el octavo país productor y exportador del mundo.
El crecimiento en conjunto de estas cinco economías, que representan el 3,2% del PIB de la región, servirá de manera transitoria al crecimiento de la zona al cierre de este año, argumenta Ángel Melguizo, de la OCDE. El mayor tirón vendrá de México, Colombia, Chile y Perú, que deberían crecer en torno al 3%, y que hasta ahora han sorteado el parón de las materias primas, aun siendo productores, afirma Álex Ruiz, economista de Caixabank.
En la otra cara de la moneda están Brasil —con la peor recesión en más de dos décadas— cuya economía decrecerá un 1%, Argentina que descenderá un 0,3% y Venezuela que se hundirá un 7%. El escenario de la región, según el FMI, resulta “desafiante”. El organismo internacional prevé que el crecimiento de la zona caiga en picado por quinto año consecutivo.
Arias, de Fitch, arguye que aquellas naciones que han logrado una diversificación en su economía son las que presentarán las mayores tasas de crecimiento en la región, por ejemplo Panamá. Este país encabeza la lista de las perspectivas de todos los organismos internacionales. Una de las más altas es la del FMI, que estima un crecimiento del 6,1%, al cierre de este año. Para lograr y mantener dicho ascenso, Panamá tendrá que capitalizar el desarrollo en infraestructura, respaldado por la ampliación del Canal de Panamá, afirma José Gonzáles, director de ECG Asset Management, una firma de asesoría financiera. “Deberá aprovechar su posición estratégica. Por el Canal circula el 5% del comercio mundial, además el país se ha convertido en un gran centro financiero y podría llegar a ser el Hong Kong de Latinoamérica”, subraya.
República Dominicana es otra muestra de esta diversidad. Este país —que ha crecido de media un 5,5% entre 1991 y 2013— ha apostado por el turismo y las telecomunicaciones, así como por las exportaciones, principalmente hacia EE UU, de alimentos procesados, equipo médico y calzado, según el Banco Mundial. El organismo internacional, sin embargo, explica que el desarrollo del país ha sido desigual, pues el 40% de los 11 millones de ciudadanos de esta nación vive en la pobreza.
En el caso de Nicaragua, los analistas coinciden en que el incipiente éxito económico del país, con seis millones de habitantes, se sostiene en la expansión de las exportaciones (café, oro, azúcar y textiles) y el ingreso de inversiones extranjeras. “Nicaragua ha tratado de mantener un equilibrio en sus indicadores… Por ejemplo en 2008 tenía una inflación del 25% y ahora está en un 6,5%”, enfatiza Gonzáles.
Bolivia, que en la última década destacó por haber mantenido un superávit fiscal que en promedio fue de 1,2% del PIB, deberá mitigar su dependencia al gas natural —cuyo precio está ligado a la cotización del petróleo—, a través de un programa más agresivo de inversión pública, indica Arias. Paraguay, que hasta hace 2012 no contaba con un impuesto sobre la renta, tiene la tarea de ampliar su base impositiva, invertir más en infraestructura y educación, resalta el BBVA. “El mayor riesgo es una desaceleración más profunda de sus principales socios comerciales, entre ellos Brasil y Argentina”, añade.
Los avances económicos que han tenido estos cinco países, dice Arias, han servido para sentar las bases de un crecimiento mayor en los próximos años. El gran desafío de estas economías, enfatiza Gonzáles, es reducir la desigualdad. “Si una economía crece a un ritmo importante y al mismo tiempo da mejor calidad de vida a sus ciudadanos, entonces los deberes están hechos”, remata.
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