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sábado, 23 de abril de 2016

Isabel II: longevidad a pesar de las crisis y los escándalos

Noventa años de la monarca que definió a un pueblo


Apesar de que desde ayer tiene 90 años, se diría que Isabel II no tiene edad, ya que con su figura imperecedera y omnipresente se ha convertido en un símbolo de la monarquía británica, que va más allá de la persona en cuestión.

Y ahora, en 2016, haciendo gala de una salud de hierro, Isabel II continúa asistiendo a cientos de reuniones oficiales y abriendo las cajas rojas con información privilegiada que periódicamente le envía el primer ministro de turno. Desde ayer, es día de imágenes y celebraciones en el territorio británico, sobre todo en Inglaterra (ver nota aparte), y la agenda de la monarca está cargada.

Los festejos por tan longevo cumpleaños se extenderán hasta junio próximo, cuando los británicos votarán si quieren o no seguir en la Unión Europea (UE), un referéndum frente al que permanece "imparcial" y "neutral", como advirtió el palacio de Buckingham, ante algunos intentos de atribuirle opiniones al respecto.

Reina de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y jefa de Estado de otros quince países de la Commonwealth, esta mujer lidiará con el "brexit" como hizo con otras situaciones complicadas para este país.

Isabel II, que nunca concedió una entrevista pese a su celebridad, es considerada por muchos monárquicos en todo el mundo como el paradigma de lo que debe ser una soberana. Incluso para Enrique de Inglaterra, uno de sus nietos, quien asegura que, antes que como a su abuela, la ve como "a una jefa".

"Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial", prometió a los 21 años, cinco antes de convertirse en monarca.

Para ser fiel a su palabra, a partir de ese momento selló su boca. Nadie sabe nada ni de sus sentimientos ni de sus opiniones ni de sus pensamientos en un reinado que abarca más de 64 años y doce primeros ministros.

Sus vistosos atuendos con sombreros a tono, su amor por los perros corgis y por los caballos, es cuanto se sabe de la reina de la discreción junto con su "sentido del servicio y el deber".

La llegada

Fue el 21 de abril de 1926 cuando la pequeña Elizabeth Alexandra Mary Windsor, llamada por su familia Lilibeth, nació en Londres, como la primogénita de los duques de York, y cuando era su tío Eduardo, quien estaba destinado a reinar, aunque solo lo hiciera menos de un año en 1936.

La abdicación de Eduardo VIII a la corona, tras su matrimonio con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, convirtió ese año al padre de Lilibeth, Jorge VI en monarca británico hasta 1952, cuando la joven accedió al trono como reina del Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, además de los estados de la Commonwealth. Dispuesta a no abdicar hasta su último suspiro, Isabel II ha realizado 265 viajes, contestado a 3,5 millones de cartas y correos electrónicos y enviado más de 10 mil telegramas de felicitación a los ciudadanos de la Commonwealth que cumplieron 100 años.

Salió indemne de momentos muy difíciles en su vida, como los divorcios de tres de sus hijos o la crisis derivada de la muerte de Diana de Gales, cuando pese a la tragedia y las críticas mediáticas logró devolver a la Corona el apoyo del que disfruta hoy.

Madre de cuatro hijos –el "eterno heredero" Carlos, Ana, Andrés y Eduardo–, con ocho nietos y cinco bisnietos, basó su vida privada en la estabilidad de la que goza su relación con Felipe de Mountbatten, duque de Edimburgo, a quien califica como su "fuerza" y "apoyo" durante sus casi 70 años de matrimonio.
Fuente: El Observador

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