Elizabeth Tinoco, directora regional de la Organización Internacional del Trabajo, alerta de que la informalidad alcanza al 47% de los trabajadores
Elizabeth Tinoco, en Madrid. / JULIAN ROJAS (EL PAÍS) |
Los datos negativos se acumulan sobre la mesa. El informe Panorama Laboral 2014, elaborado por la OIT para la región, arroja malas noticias: 15 millones de desempleados en las zonas urbanas, un millón de empleos menos generados en el último año y la previsión de otros 500.000 parados más en 2015. Todo enmarcado en una desaceleración económica que pone en peligro los logros conquistados desde principios de siglo en políticas sociales, y hace crecer el desempleo y el trabajo informal.
En este océano de inseguridad, la informalidad fortalece sus raíces. Unos 130 millones de personas en la región desarrollan un empleo informal, es decir, fuera de la legislación laboral, sin cotizaciones ni pago de impuestos, sin prestaciones ni cobertura de seguridad social. Una economía sumergida que abraza al 47% de los trabajadores de Latinoamérica. La construcción es el sector con mayor porcentaje de empleados informales, junto a la agricultura, la pesca y las trabajadoras domésticas, un colectivo que reúne a 19 millones de personas. Cuanto menores son los ingresos, más crece este tipo de trabajo, desde el que vende minutos de telefonía móvil al que repara electrodomésticos o el que ofrece agua en las calles.
“La informalidad se ha extendido desde los años noventa”, explica Tinoco. “El crecimiento económico del 3-4% a partir del año 2000 tuvo un impacto reciente en la creación de empleo formal. Pero ahora, con una desaceleración que se vislumbra de largo plazo, vuelve la informalidad. La gente se las ingenia para comer con los trabajos más insólitos. Es la necesidad de la supervivencia. Las políticas que los Gobiernos han impulsado para generar empleo formal están amenazadas por la desaceleración. Ese es el gran miedo”.
Tinoco, licenciada en Sociología y al frente de la OIT en Latinoamérica desde 2011, apunta a la “estructura económica” de los países como el origen del problema. “En América Latina el crecimiento está basado en los commodities, en la exportación de petróleo, minería y producto agrícola. Eso genera beneficio pero poco empleo. Necesitamos que la economía del país no se centre un 80% en ello, sino diversificar. Debe haber una igualdad de trato fiscal, y mejorar la calificación de la mano de obra. Ya no podemos pensar en la educación del pasado”.
Perú, con un 68%, Honduras, México, Colombia y Guatemala figuran entre los países con mayor informalidad. Uruguay (34%) y Costa Rica cierran la clasificación. Las mujeres, los jóvenes y los mayores de 50 años son quienes más se ven abocados a estas prácticas. Son también quienes, en muchas ocasiones cansados de buscar empleo, salen del mercado laboral. Estas fugas y las altas tasas de informalidad provocan que, vistos desde Europa, los porcentajes oficiales de desempleo en los países latinoamericanos sean relativamente bajos. Pero la fotografía real es distinta.
Según la OIT, América Latina necesitaría crear 50 millones de empleos en los próximos 10 años solo para compensar el aumento demográfico. Y precisaría un crecimiento económico del 3% cuando las previsiones sitúan la media en la región en un 2%. La bonanza financiera de Estados Unidos puede aligerar la carga de aquellos países con mayores lazos comerciales, como México. “Costa Rica, Panamá, Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia también crecen. Los que peor están son Argentina, Brasil y Venezuela”, afirma Tinoco. “Brasil debe conservar los logros sociales y a la vez avanzar en un durísimo programa de reformas. Las perspectivas latinoamericanas para 2015 son que el desempleo suba, porque la economía no lo hará al ritmo necesario para crear trabajo”.
El protagonismo de China es un asidero, pero también un arma de doble filo, advierte Tinoco: “China contribuyó a que la crisis afectara menos porque era su gran consumidor de materia prima. Hoy juega otro rol, invierte en financiar el desarrollo. Es un cambio muy importante. Veremos qué características tiene esa ayuda. Va a aumentar la dependencia de América Latina de China, y la deuda a futuro”.
Fuente: El País
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